La mascota de mi hijo murió ¿Qué debo hacer?

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Si bien es imposible evitarles el sufrimiento que esto implica, se pueden poner en práctica una serie de consejos para ayudar a los hijos a afrontar el dolor y entender lo que ha ocurrido; ya que en muchas ocasiones éste es el primer contacto que el niño tendrá con la muerte de un ser importante y querido para él. En cualquier caso, estos consejos son adecuados para todas las edades.

  1. No mentir Intentando minimizar el dolor por la muerte del animal, muchos padres se inventan historias como que "se ha escapado", "se ha ido al campo con su familia", "se ha marchado de viaje", ...Pero estas excusas pueden alargar el dolor al mantener la esperanza de que el animal volverá algún día. Y si el niño descubre a sus padres en una mentira, perderá confianza en ellos.
  2. Hablarle a su nivel. Hablar a un niño sobre la muerte no es fácil, y depende de su edad, pero es la ocasión para hablar sobre la temporalidad de los seres vivos. Es importante emplear un lenguaje claro y comprensible, evitando expresiones que puedan confundirle, como "se ha quedado dormido".
  3. Cerrar el ciclo. Se trata de celebrar una pequeña reunión familiar, a modo de ceremonia, así el niño sentirá que no está solo y que la ayuda de su familia es importante para afrontar las situaciones difíciles. Puede ser un dibujo, una figura de plastilina, una reproducción fácil y casera de la mascota, o cualquier manualidad que se pueda hacer en grupo y lleve un rato terminarla.
  4. Recordar los buenos momentos vividos junto a la mascota. Recordar las anécdotas, los ratos que pasaron juntos o aquella escena divertida protagonizada por la mascota no solo es una bonita forma de recordarle, sino de ayudar al niño a enfocarse en algo positivo.
  5. No tratar de cubrir la ausencia con otro animal. El niño necesita un tiempo para asimilar que su compañero de juegos ya no volverá; y este tiempo puede variar de una persona a otra. La llegada de otro animal a la familia antes de que el niño haya completado su duelo puede ser contraproducente, e incluso podría provocar un rechazo al animal por parte del niño.