Consejos para desarrollar el pensamiento crítico

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Las revoluciones tecnológicas, y las más recientes transformaciones en el ámbito académico y laboral, han resaltado la importancia de habilidades blandas como el pensamiento crítico. Este va más allá de la capacidad de resolver problemas matemáticos, o de escribir un buen ensayo; se trata de una destreza que nos lleva a razonar eficientemente, elaborar juicios, tomar decisiones y resolver problemas.

Todos tenemos las facultades necesarias para adquirir un pensamiento crítico, pero es necesario desarrollarlas a través de hábitos; más concretamente, a través de hábitos de pensamiento. ¿Cómo podemos ayudar a nuestros hijos y alumnos a desarrollarlos? A continuación, se proponen algunos consejos:

 

  1. ¡Anímense a leer!: brindar acceso a lecturas variadas (de diferentes géneros y temas) de calidad, y discutirlos en familia, ayuda a que los jóvenes conozcan otras perspectivas, cuestionen las propias e identifiquen los sesgos que puedan tener. La aplicación Goodreads es una buena opción para encontrar títulos y lecturas de interés, así como para conocer un poco más sobre su contenido. El sitio web org es también un buen aliado para verificar que las lecturas tengan una valoración moral positiva y acorde a cada edad.

 

  1. Formular preguntas e indagar: es importante que los jóvenes aprendan a hacer sus propias preguntas adecuadamente, pues ellas son su herramienta para comprender mejor el mundo que nos rodea y obtener de él la información necesaria para resolver problemas y tomar decisiones. Es fundamental que aprendan a hacer dos tipos de preguntas: los qué y los por qué. Las primeras les ayudan a recabar datos e ideas existentes sobre cualquier tema, mientras que las segundas los llevarán a cuestionar las suposiciones e ideas que encuentren.

 

  1. “Crear el ambiente”: hacer preguntas en clase o frente a cualquier autoridad suele tener todavía una connotación negativa a causa del temor a ser ridiculizado. Por eso, es importante fomentar en casa y en el aula un ambiente abierto a las preguntas, que los jóvenes se sientan bienvenidos a expresar sus dudas y compartir sus opiniones. La mejor manera de hacerlo es con el ejemplo: si nuestros hijos o alumnos nos ven dispuestos a preguntar e indagar sobre aquello que no entendemos, será más fácil que ellos mismos se sientan cómodos haciéndolo.

 

  1. Enseñar a dudar: no se trata de generar un sentimiento de desconfianza o rebeldía sin fundamento, sino de enseñar a los jóvenes a considerar qué tan fiables son las fuentes de información que consultan, qué tan veraz es la información que les brindan (especialmente, ahora, cuando las redes sociales se han convertido en una fuente de información cada vez más influyente y rápida). Plantearles preguntas como ¿quién lo dijo?, ¿qué evidencia brinda?, ¿tiene autoridad y conocimiento para hablar del tema? puede ser muy útil para ello.

 

  1. Hacer del pensamiento crítico un hábito: aunque suene lógico, a veces olvidamos que ninguno de los consejos anteriores puede rendir frutos si no se practican constantemente y se trasladan a la rutina diaria de los jóvenes. Los trayectos de ida y regreso del colegio, o la sobremesa de la cena, pueden ser momentos idóneos para conversar sobre diferentes temas de interés (música, películas, lecturas, noticias de actualidad) y poner en práctica todos los consejos anteriores.

 

Todo lo que hacemos, sentimos y queremos está influenciado por nuestro pensamiento, por lo que el cultivo y calidad de él es fundamental en el desarrollo integral de nuestros jóvenes. Si fomentamos en ellos un pensamiento crítico y la importancia de la reflexión, tendrán más herramientas para comprender la información que les rodea y, más importante aún, tomar decisiones más informadas y responsables.

 

Lcda. Debbie Moya | Máster en Administración de Empresas | Profesora de Filosofía y Teoría del Conocimiento en APDE Campoalegre

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