El escenario estaba listo en el foso olímpico, donde las mejores del mundo se dieron cita. Desde el comienzo, Adriana mostró una serenidad y precisión excepcionales, superando cada ronda con una técnica impecable. Su concentración fue inquebrantable, y con cada disparo, se acercaba más a la final.
Sus primeros pasos
Recibimos a Adriana en APDE La Villa y desde el principio destacó por ser una niña activa y determinada. Desde los 4 años, tenía claro que su meta era ganar una medalla olímpica en gimnasia, la disciplina que practicaba con gran dedicación en ese momento.
Ana Lucía Méndez, amiga cercana de Adriana desde La Villa, la recuerda como una niña muy feliz y extremadamente inteligente, siempre con una sonrisa en el rostro. “Le encantaba mostrarnos sus acrobacias y fotos de gimnasia con un entusiasmo que era muy contagioso”, recuerda Analu.
Por ejemplo, durante el acto de clausura de preparatoria en 2002, Adriana sorprendió a todos con unas piruetas impresionantes, demostrando una habilidad notable para su corta edad, pues tenía solo 6 años. Su actuación dejó a todos maravillados y reafirmó su pasión y talento para la gimnasia.
Luis Gaitán, compañero en La Villa, recuerda que Adriana siempre llegaba con orgullo a compartir los videos que sus padres grababan en sus competencias. ” Mostraba sus trofeos y victorias, y nos contagiaba a todos con su alegría y pasión por el deporte” .
Según Luis, estos momentos no solo reflejaban su dedicación y esfuerzo, sino también su deseo de compartir sus logros con sus amigos.
Recuerdos de sus amigas
Ne Alvarado, compañera de Adriana en Entrevalles, recuerda todas las ocasiones en que las que la atleta se sacrificó por su dedicación a la gimnasia, y cuánto la extrañaban en las actividades en las que no pudo participar debido a sus compromisos deportivos.
Sin embargo, hoy celebramos los frutos de su esfuerzo. “Siempre la he admirado por su perseverancia, humildad y fe inquebrantable. Me ha encantado poder acompañarla en cada paso de su camino y verla cumplir todas sus metas y sueños”
Teffy Marroquín, otra amiga de Adriana en Entrevalles concuerda con Ne: “Adriana es un ejemplo vivo de cómo los sueños pueden cumplirse en el tiempo y de la manera que Dios dispone, siempre y cuando se pongan esfuerzo y dedicación”.
Agregó que “a través de su experiencia, se aprende el arte de equilibrar con gracia y amor las facetas de ser una gran amiga, una hija excepcional y una profesional admirable. Su vida demuestra que los sueños no solo se alcanzan, sino que se viven plenamente cuando se abordan con pasión y perseverancia”.
También Gaby Eskenasy recuerda cómo Adriana siempre se entregó al 100% tanto en el colegio como en el deporte. “Sus desvelos después de las sesiones de gimnasia, dedicando tiempo a sus tareas, eran una muestra de su compromiso”.
Gaby recuerda que la noticia de tener que dejar la gimnasia fue dura, pero fue inspirador ver cómo superó ese desafío y decidió perseguir su sueño de los Juegos Olímpicos en un nuevo deporte.
Adriana Ruano sosteniendo una escultura con los Aros Olímpicos cuando era alumna de APDE Entrevalles.
Una atleta olímpica en las aulas
Vilma de Guerra, maestra de Adriana en APDE Entrevalles, la recuerda con cariño como una niña dedicada, sumamente esforzada y buena amiga: “desde una edad temprana, Adriana destacaba por su compromiso tanto en el ámbito académico como en sus actividades extracurriculares”.
Sus maestras la describen como una estudiante que siempre mostraba una actitud positiva y un deseo genuino de aprender y superarse. No solo se aplicaba con rigor en sus estudios, sino que también se mostraba muy disciplinada en su entrenamiento deportivo.
Esta combinación de esfuerzo, disciplina y entusiasmo la hizo destacar y dejó una impresión duradera en quienes tuvieron el privilegio de enseñarla.
La lesión que cambió su vida
Adriana estaba muy emocionada por cumplir el sueño olímpico en gimnasia; sin embargo, en 2011, una lesión amenazó con truncarlo, poniendo a prueba su resiliencia y determinación. A pesar de este contratiempo, ella nunca dejó de luchar por su objetivo, demostrando una fortaleza que inspiró a todos a su alrededor.
Analu recuerda claramente cómo este fue un momento muy difícil para la joven atleta. “La lesión la obligó a usar un aparato ortopédico de hierro, diseñado para ayudar en la corrección de su condición. Debido a su naturaleza optimista y con un espíritu siempre alegre, Adriana solía referirse a sí misma como un "robot" cuando llevaba el aparato”, nos cuenta entre risas.
Esta actitud no solo aliviaba la tensión que podría haber sentido, sino que también contagiaba a sus compañeras de clase con su positividad. De hecho, todas en el colegio comenzaron a turnarse para usar el aparato, convirtiendo lo que podría haber sido un símbolo de dificultad en una experiencia compartida de apoyo y amistad.
Adriana nunca perdió su alegría ni su determinación, y esta etapa de su vida se convirtió en un testimonio de su fortaleza y capacidad para encontrar luz en medio de la adversidad.
A pesar de enfrentar desafíos y de no poder continuar con la gimnasia, nunca abandonó su pasión por el deporte. En lugar de rendirse, buscó nuevas opciones y descubrió el tiro con armas de caza, una disciplina que rápidamente la cautivó.
Su entusiasmo y dedicación la llevaron a enamorarse de este nuevo deporte, donde encontró una nueva manera de canalizar su energía y habilidad. Esta transición no solo demuestra su resiliencia, sino también su capacidad para adaptarse y encontrar nuevas oportunidades para brillar.
La final
La jornada de la final en los Juegos Olímipicos fue un día de emociones intensas. El ambiente en el foso era palpable, con espectadores y compañeros atletas conscientes de la oportunidad histórica que se presentaba.
La emoción no solo se vivía en Paris, en nuestras preprimarias niños coreando el nombre de Guatemala sentados viendo expectantes el gran ejemplo de Adriana.
Finalmente, con un disparo certero y decisivo, Adriana Ruano no solo aseguró la medalla de oro, sino que también rompió el récord olímpico, un logro monumental que subrayó su dominio en la competencia. El estallido de júbilo en el foso fue ensordecedor; Guatemala celebraba no solo una victoria sino la realización de un sueño largamente acariciado.
Una gran inspiración para nuestra comunidad
La transición de Adriana desde su niñez hasta su consagración como campeona olímpica es un testimonio de su habilidad y perseverancia. Cada fase del proceso fue una escalada constante hacia la excelencia. Este viaje ha sido marcado por la disciplina, el sacrificio y un apoyo incondicional de su equipo y su familia.
El triunfo de Adriana Ruano es un momento que quedará grabado en la historia del deporte guatemalteco y en nuestra comunidad educativa.
Su viaje desde APDE la Villa, su lesión, el inicio de un nuevo deporte, hasta la cima del podio no solo resalta su talento, sino que también sirve como inspiración para una nuestros niños y jóvenes.
Con su medalla de oro y récord olímpico, Adriana ha dejado una huella indeleble en el deporte, en nuestros colegios y en los corazones de todos los guatemaltecos, demostrando que, con determinación y esfuerzo, cualquier meta es alcanzable.