La frustración es una emoción desagradable que surge cuando no logramos hacer algo que deseamos o cuando las situaciones se presentan de forma diferente a la esperada. Desde niños, se van presentando diferentes oportunidades en las que debemos manejar la frustración, y que van ayudando al desarrollo de la resiliencia, de manera que, cuando se llegue a la edad adulta, se pueda manejar oportunamente la situación y actuar de forma positiva. Algunos factores influirán en cómo nuestros hijos están aprendiendo y aprenderán a manejar la frustración:
- El estilo educativo familiar, pues la forma de educar de los padres influirá significativamente en cómo los hijos aprendan a actuar o reaccionar en diferentes situaciones.
- De acuerdo con el temperamento y carácter de cada uno, tendrá una forma diferente de percibir las situaciones en su entorno.
- Según cómo se les haya formado en el manejo de sus emociones. Una formación adecuada de la inteligencia emocional, ayuda a tener un mejor autoconocimiento de sí mismo y, por ende, una mejor regulación de éstas.Ninguna emoción es negativa, pues todas nos ayudan a conocer cómo estamos en el momento. Lo negativo puede llegar a ser si reaccionamos inadecuadamente frente a cualquier situación. Como adultos, tenemos muchas herramientas para poder manejarlas; sin embargo, los niños y adolescentes quizá están descubriendo muchas de ellas aún y es primordial guiarlos adecuadamente en el control y manejo de las mismas.
¿Cómo podemos enseñar el manejo de la frustración?
- Con el ejemplo. Nuestro cerebro tiene las llamadas neuronas espejo, que funcionan reflejando en uno mismo lo que se observa, escucha y se recibe del ambiente. De ahí, la importancia de brindarles modelos adecuados de cómo reaccionar ante distintas situaciones y de resolver de la mejor manera cualquier adversidad que se nos presente.
- Dejar que se equivoquen desde pequeños. En algunas ocasiones, los padres tratan de evitar las dificultades para los hijos, por lo que se pierden de la oportunidad de equivocarse en situaciones acordes para su edad, que progresivamente, se van convirtiendo en situaciones más difíciles. Es importante dejar que intenten hacer sus actividades, aunque se equivoquen, pues aprenderán a reponerse en esas pequeñas situaciones y, conforme crezcan, serán capaces de buscar soluciones en los eventos que se presenten.
- Permitir que pierdan en los juegos, pues eso les ayuda a fortalecer su carácter y promueve la capacidad de esforzarse por hacerlo mejor la próxima vez. Si es algo muy difícil, ayúdenles a encontrar otra forma de intentarlo, más no pierdan el objetivo que querían lograr.
- Evitar decirles que “sí” ante todo lo que piden. Es importante que los niños reciban respuestas negativas de sus padres y que comprendan el por qué, de manera que se vayan formando en prudencia y templanza. Tengan
Límites establecidos como padres, y manténganse en ellos con mucha firmeza y amor.
- Ser coherentes en nuestras acciones y en nuestras reacciones. Evitarpreocuparnos de más y ocuparnos de lo realmente importante. Es necesario tomarse pausas y analizar qué es lo mejor para la familia, de manera que las acciones sean racionales y adecuadas.
- Ser consientes de las emociones de los niños, reconocerlas y mostrar empatía ante ellas, pues será la base para guiarles a resolverlas y actuar ante ellas. Escuchar y validar sus emociones. Permitirles que expresen cómo se están sintiendo y dar validez a esos sentimientos: “comprendo que estés triste porque no pudiste pasar el pasamanos...”, para luego poder orientarles “...pero podemos volver a intentarlo muchas veces hasta lograrlo”.
- Ayúdales a resolver problemas, siempre estableciendo límites. Todas las emociones son aceptables, más no lo son todas las conductas. Oriéntales en la resolución de problemas emocionales, mas no consientas conductas agresivas (rabietas, llantos sin sentido, berrinches). Estos no tienen validez, por lo que debes mostrar indiferencia ante las mismas, y ayudarle en el momento en que esté tranquilo para reflexionar juntos sobre lo que estuvo inadecuado.
- Con los más pequeños, utiliza historias o cuentos en los que puedan identificarse con el personaje y aprendan cómo estos resolvieron diferentes situaciones. Con los más grandes, puedes contarles anécdotas propias de tu día a día, lo que permitirá mantener una comunicación abierta y fortalecer la confianza para que, en un futuro, reconozca en ti a alguien que puede ayudarles ante cualquier circunstancia.Ten presente que la frustración estará presente en cualquier etapa de nuestra vida. Es imposible que como padres evitemos que los hijos pasen por situaciones que les representen esta emoción, pero sí es posible que los formemos y ayudemos a tener las herramientas necesarias para gestionar cada situación de forma positiva.Michelle Guerra de Cotero | Psicopedagoga | APDE Las Colinas